ORA Y TRABAJA
En el corazón es donde se da el absoluto silencio o el más implacable ruido.
Una vida ordenada, facilita el encuentro
Si separamos solo «tiempos para orar», terminamos disociando nuestra vida en fragmentos. El monacato, tiende a reunir a cada persona en Dios, su centro. Por eso, todos los minutos son un ofrecimiento de oración, como cuando no quieres salir del Whatsapp antes de terminar una conversación. Nunca cerramos esa ventana de comunicación, lo más curioso es que la mayor parte trascurre sin palabras, solo manteniendo la vista en Él.
PRIMER GRAN EJE de nuestra vida
TRABAJO
El trabajo cumple varias funciones, entre ellas una muy curiosa, ser «enemigo de la ociosidad», así que en la jornada monástica, las horas no dedicadas a la oración y a las necesidades básicas, se utilizan en el trabajo. La monja, participa de la realidad de cada ser humano, el esfuerzo para ganarse lo que se come. Además, la responsabilidad equilibra la mente y agiliza el cuerpo con el movimiento. Es un complemento o aliado estabilizador de nuestra vida. Lo mejor es que no ganas en beneficio propio, todo es de todas.
SEGUNDO GRAN EJE de nuestra vida