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https://www.youtube.com/watch?v=znjOE8c65Jc&feature=youtu.be

ORACIÓN LITÚRGICA

Siete veces al día, según la antigua tradición de Israel, nos juntamos en el coro para salmodiar y unirnos al misterio de la Iglesia, que esparcida por el mundo es una y una misma cosa. Cantamos, mientras vemos pasar los días: «Dichoso el pueblo que sabe alabarte; caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro». Salmo 89,15

ORACIÓN PERSONAL

Dentro de una misma ocurre lo sorprendente. Se da, cuando, capaces de rumiar el sentido de las cosas, escuchamos a Dios en el día a día. Para una monja la vida entera es una ofrenda. La soledad y el silencio, facilitan ese ofrecimiento. No se comprende del todo, pero como medio para alcanzar a Cristo, funcionan. Nuestra «aparente esterilidad», en realidad es un río vivo de agua de vida que refresca y equilibra el planeta con la oración.

ORACIÓN DE LA PALABRA

Existe una abismal diferencia entre leer las Sagradas Escrituras y hacer con ella oración. Digamos es tan diferente, como diferencia existe en ver una película en 3D o en pantalla tradicional. Salta a la vista y lo que antes era solo bellas historias pueden llegar a convertirse en los pilares de tu comportamiento, en las columnas de nuestra fe. Llevar a la oración los textos sagrados es una fuente de meditación inagotable. Recuerda, no se trata de leer sino de rumiar y hacer vida de ello.

DIGERIR LA PALABRA

Es como «sacarle el jugo», más allá de las primeras impresiones. Se deben hacer muchas lecturas, hasta recrear la escena en tu corazón y sacar lo esencial. Por eso, la lectura meditada de la Palabra de Dios nos lleva a comprender no solo su importancia en el universo, sino también, la importancia que tenemos cada una y en particular para Dios. Tanto, que nos reconocemos dentro de sus planes de amor.

BEBER DE LAS FUENTES

Los libros de espiritualidad, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia y sobre todo la Biblia son el alimento de nuestra oración solitaria y de nuestra plegaria litúrgica. Es aquí donde el Señor habla alimentando nuestra fe y amor.

EXPERIMENTAR EL AMOR

Cuando nos sumergimos en «su océano», cuando nos acercamos sin miedo «al abismo» que supone Dios para los seres humanos, podemos experimentar cuan fuertemente nos ama y sentirnos irremediable y eternamente ligadas a Él. Nos ayuda a descubrir y dar respuesta a las grandes y trascendentes preguntas:¿Quién soy, de dónde vengo y adónde voy? Ineludiblemente llegas a creer con la fuerza de la fe que eres «AMADA por el Dios ETERNO». ¡Sorprendente!

EL TRABAJO MONÁSTICO

«… entregarse, darse, confiarse completamente al silencio… rezar y trabajar por la mañana, trabajar y descansar por la tarde, y sentarse a meditar en el crepúsculo… cuando el silencio se llena de oscuridad y estrellas. Esta es una verdadera y especial vocación». T. Merton

SIMPLE VIDA CRISTIANA

La vida contemplativa, es simplemente la vida cristiana llevada en unas condiciones que favorecen la experiencia de Dios. Por tanto, sujetas al trabajo, como toda la humanidad, vivimos de lo que producimos en el campo, en los diferentes talleres y oficinas, en nuestra hospedería abierta a cuantos quieran buscarse, buscar a Dios…

¿QUÉ HACEMOS?

Tenemos una tienda online y física en la que comercializamos nuestros productos, todos pertenecientes a una línea ecológica y natural de cosmética y alimentos. Desde el s. XVII cultivamos los olivos que dan un estupendo aceite. Con el trabajo en nuestros panales, recientemente hemos inaugurado una fábrica artesanal utilizando los productos de las abejas para elaborar y vender: miel, propóleo, polen, cremas hidratantes y revitalizantes, etc.

CAMINANDO JUNTAS

El voto de estabilidad que hacemos, da continuidad a nuestras relaciones humanas a lo largo de tiempo, llegando a sentir sin diferencias con la natural, los lazos fuertes que unen a la familia monástica. Esta se concreta en las hermanas de comunidad. Cada una, en diferente tiempo y realidad, ha hecho la misma opción por Cristo.  Esto supone el nexo de unión más fuerte entre nosotras.

UNIDAS ES MÁS QUE JUNTAS

Cada una aporta de sí lo que puede. Unidas hacen del funcionamiento del monasterio una armonía. Unidas trabajamos y también unidas superamos cualquier tipo de dificultad en la convivencia, porque la comunidad modelo no existe, sino mujeres esforzadas que luchan por ser santas. Pero la unidad a veces se da en el silencio, en el coro y hasta mientras dormimos. La idea de las primeras comunidades cristianas, a las que pretendemos imitar, es llegar a ser un solo corazón y una sola alma en medio de la diversidad.

CONSTRUYENDO EL REINO

Como pequeña comunidad cristiana junto al Maestro, vivimos esa renuncia del yo egoísta, para dar paso a la empatía y amor entre mujeres con un mismo ideal. El trabajo psicológico y espiritual es fuerte. Pero no deberíamos descansar hasta hacer realidad el «Venga a nosotros tu Reino», con todo el perdón y la misericordia que conlleva. Para eso es necesario abrir espacio «a la otra persona» en «tí» y ambas en el Corazón de Dios.

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