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Los días corren  “como una lanzadera” (nos dice la Escritura).    Así ha pasado el mes de agosto delante de mis ojos, antes de poder registrar su impacto: con la velocidad del vivir de hoy.    Ser testigos de trascendencia en este tiempo no nos aparta de la experiencia real de quien quiere estar en la fraternidad universal. Hoy veo el mes  de agosto como desde un puente elevado que invita a revivir acontecimientos.

La comunidad comienza el mes con la celebración de la “Dedicación de la Iglesia”  No conocemos la fecha exacta de la primera consagración de este templo; aunque algún historiador marca el año ‘1157’  para este gran momento. (Algunos  tratan de señalar esta fecha como año de fundación, pero son varios los documentos que aclaran que fue en el 1147).

Por tanto: 10 años después de la fundación, el templo estaba construido,  el monasterio habitado y la comunidad celebraba un culto que sigue vivo en nuestros días.

Con la restauración que comenzamos en el año 1970, fue preciso  trasladar el altar, que desde siglos había estado empotrado debajo del retablo. Cuando se mueve el altar, es preciso volver a consagrarlo de nuevo, según las normas de liturgia. Y lo hicimos el 4 de agosto de 1973. Desde entonces venimos celebrando con toda solemnidad este día, con procesión por los claustros y, cuando es posible, subiendo todas a besar el altar antes de la celebración eucarística.

Con este pórtico, iniciamos nuestro agosto…  Haciendo liturgia en estos momentos, comparto y ofrezco  imágenes preciosas de fondo y forma en uno de los himnos de la Dedicación:

“Eres gracia y figura, eres reino… Eres nueva alianza, eres resto… Iglesia del Señor.   

Eres seno y regazo, eres vida… Eres sello y perfume, eres fuego…   Iglesia del Señor.   

Eres cima radiante, eres guía… Eres nave y río, eres puerto.         Iglesia del Señor.     

Eres peña y refugio, agua viva…  Eres buena noticia, mensajera…  Iglesia del Señor.    

Si ponemos música a estas letras, hasta las piedras del templo se unen al canto y comparten el gozo de ser portadoras de alabanza. También extienden este poder de bendición a todas las rocas de las canteras de nuestro entorno de donde salieron estas piedras y que siguen siendo el valioso paisaje que, como corona, abraza y protege este “lugarejo” y a todos sus habitantes.  Sigo enganchada a mi catalejo y lo aplico sobre el mes de agosto, que sigue vivo en la experiencia cercana… seguiré…

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